La psicóloga Isabel Menéndez Benavente nos explica las consecuencias de no poner límites a los hijos, algo cada vez más común. Carecer de esas señales conlleva que no se sepa tolerar la frustración y genere problemas. Los límites son positivos.
De adultos habremos aprendido a autolimitarnos, pero para los niños necesitamos ser nosotros quien fije los márgenes de la carretera por la que pueden ir.