La plaza de toros respondió a un negocio. Fue una iniciativa privada que respondió al auge de los festejos taurinos. El concepto actual de la tauromaquia se extendió por el norte de España hasta finales del s.XIX, aunque festejos con animales hubo desde hace muchos siglos. La tauromaquia ha pasado por diferentes momentos históricos. Momentos de mucha afición y momentos en los que la plaza estuvo a punto de desaparecer. Hay que destacar además que la idea de utilizar la plaza para algo más que corridas de toros no es nueva. Es larga la tradición de usos múltiples que vivimos actualmente.
La plaza de toros es un edificio protegido desde 1992. Está considerado uno de los grandes edificios de la "época del hierro", y en sus entrañas hay 150 kilómetros de material de fundición. Su permanencia no siempre estuvo claro. Durante la Guerra Civil el Bibio estaba en primera línea de batalla y la plaza resultó muy dañada. Posteriormente, caído Gijón, fue utilizada como campo de concentración y los reos usaron la madera de las gradas para calentarse y sobrevivir.
Fue un momento crítico. Los propietarios intentaron vender para chatarra lo que quedaba. Es en ese punto en el que personalidades relevantes dan un paso para reconstruir la plaza en los años 40 y se sale adelante. En la década de los 50 regresan los problemas y el Ayuntamiento compra la plaza. Desde 1951 es un edificio municipal. Entra entonces en una etapa de cierta tranquilidad hasta finales de los años 90, cuando se acomete una importante reforma.