A Nuria Bravo la convenció de dar el salto a la política, sin que le costase mucho, Carmen Moriyón. Le pareció un reto interesante y su experiencia como militar la ayuda a gestionar los temas. No ha abandonado su puesto como jefa de la base gijonesa del helicóptero de Salvamento Marítimo porque no puede perder pericia. Aunque sea concejala, aún es posible verla a los mandos del Helimer. Esa actuación ante las emergencias le hace saber relativizar todo mucho. Acostumbrada a tomar decisiones que salvan vidas, no se va a amedrentar ante críticas políticas. Pero asegura que es más difícil estar en un pleno municipal que pilotar el Helimer, un helicóptero capaz de llegar a los 300 km/h.
Nuria no es gijonesa. Llegó a la ciudad porque le dieron la opción de elegir entre varios destinos y este le gustó. Ahora es una gijonesa más, feliz por poder pasea por La Providencia. Aunque sea concejala de Seguridad Ciudadana y Emergencias se considera como "una de ellos", de las personas encargadas de protegernos.
No se fija un tiempo definido para estar en política. Su familia, sus hijos, están orgullosos, y aunque sus amigos no se crean que se madre sea política (ni piloto) está ilusionada con esta etapa. Su nombre en política no se sabe si pasará a la historia, pero en su carrera militar sí, aunque nunca se paró a pensarlo. Gracias a ella las mujeres tienen que demostrar un poco menos que pueden hacer lo mismo que un hombre.
Y la segunda parte de Top Gun ya ha enganchado a una de sus hijas (tiene 4). La saga continúa.