CON HÉCTOR BLANCO

Los fielatos

El historiador Héctor Blanco recupera la historia de un servicio más bien olvidado en la ciudad: los fielatos. Se trata de unas casetas que estaban ubicadas en las entradas a la ciudad y que tenían una función principal. Recaudar impuestos.

Guillermo Figueroa

Gijón |

Los fielatos eran pequeñas construcciones encargadas de recaudar los llamados "consumos", un impuesto implantado a mediados del s.XIX. De hecho, el nombre técnico de los fielatos era "Casetas de consumos o estaciones sanitarias". El nombre de fielato viene del "fiel", la aguja de las balanzas. Porque por ahí pasaban todas las mercancías de primera necesidad que se introducían en Gijón para su venta. Y se pagaba en función del peso, de ahí la importancia del fiel y balanza.

La denominación sanitaria se debe a que al tiempo que se cobraba el impuesto se comprobaba que los productos estaban en buen estado. Todos los mercaderes estaban obligados a pasar por el fielato antes de vender. Obtenían un sello o comprobante de que habían cumplido. De no tenerlo y ser pillados se exponían a un problema.

El primer fielato es de 1871. Desaparecen en 1963 con el cambio de modelo de consumo y venta de productos y la aparición de nuevos impuestos. Gijón llegó a tener 10 fielatos en el momento de mayor crecimiento urbano. No quedan más evidencias de su existencia que el Fielato de Somió, que hoy en día es un quiosco. Pero es una excepción porque en general son construcciones pensadas para no perdurar porque podían moverse en función de las necesidades del momento. Sin embargo, es un tema sobre el que no se ha investigado demasiado, explica Héctor.

Si los fielatos no son muy recordados en el imaginario popular es lógico. Los lugares donde se recaudan impuestos nunca son queridos. De hecho suelen ser conflictivos. En el caso de los fielatos de Gijón fueron el origen de la declaración de estado de sitio en la ciudad por una revuelta motivada con estos espacios. Fue en 1898 y duró 48 horas.