Las jornadas van pasando y la paciencia se va acabando, cada vez va quedando menos y ya se ve claramente a que pueda aspirar el Real Zaragoza. Cuando se había conseguido un gran triunfo en Andorra, ante un equipo muy modesto, y cuando más de uno ya había tomado su particular pócima pensando que se podría llegar a los play-offs de ascenso de categoría, llego el Alavés y nos devolvió a la realidad, nuevamente el equipo fue arrollado en La Romareda, y la gasolina no dio para más de quince minutos de juego en el equipo, con más corazón que cabeza intento marcar, sin conseguirlo.
Lo único que sigue quedando es una gran afición, que cada jornada quiere seguir acudiendo a La Romareda para animar a los suyos. El sábado más de 20.000 aficionados iban dispuestos a romper sus gargantas para animar a los suyos. Pero acabaron el partido rompiéndose de sollozos, al sentirse humillados, por la superioridad de los vitorianos y conscientes de que si les hubiera echo falta marcar más, lo hubieran anotado. La mala planificación de la temporada con fichajes que no han aportado nada, han dado los frutos que se esperaban. Bebé en dos partidos ya ha marcado el doble de goles que Guaye, en toda su temporada.
Ahora mismo en estos momentos no hay que dejarse llevar por la euforia aunque se gane el próximo lunes en Málaga, ante el colista, aunque el Zaragoza podría seguir con sus humillaciones, si es superado por los andaluces que no ganan a nadie en toda la temporada, y estamos ya acostumbrados a ello en la actual campaña. Ya no nos queda otra, que alegrarnos de la presencia de Pau Sans y del resto de chavales de la cantera que han cumplido esta temporada, pero por lo que se ve no te dan para pelear por el ascenso. El Zaragoza siempre ha sido un grande del fútbol español y queremos que siga siéndolo, con la gente de casa o con la de fuera.