La central térmica de Andorra será desconecta hoy de la red eléctrica nacional después de 41 años de actividad. Un adiós que los trabajadores han querido escenificar con la concentración convocada este mediodía a las puertas de las instalaciones de Enel-Endesa en el momento del último cambio de turno.
Nadie en Andorra se ha querido perder este momento histórico y triste para todos los habitantes de la zona, y es que la comarca entera se ha sustentado económicamente del trabajo que ha generado la central en las últimas décadas. Rabia, impotencia y preocupación son los sentimientos más extendidos entre la población, porque se ha llegado al 30 de junio de 2020 sin haber conseguido alternativas de empleo, ni opciones para la denominada transición justa.
Sobre todo en lo que respecta a los trabajadores de las subcontratas, que ni siquiera pueden acogerse a recolocaciones. Los de Maessa estarán mañana en la calle y los de Nervión finalizarán su contrato el 31 de agosto.
Una situación que seguirá teniendo consecuencias, no solo en el ámbito económico, puesto que hasta el momento Andorra era el municipio aragonés con mayor renta per cápita, sino también en el poblacional, ya que la villa minera ha perdido más de 650 habitantes en la última década. Nada que ver con la bonanza de los años ochenta, cuando el sector empleaba a 2.800 trabajadores de forma directa y fue incluso necesario construir un millar de viviendas para albergarlos a todos.