Jorge lleva más de dos años rehabilitado. Llegó a Azajer en 2018 por las graves consecuencias que tuvo para su vida la adicción al juego. Apostaba en todo tipo de tipos de juego, pero fue en el juego presencial en el que más dinero perdió. Confiesa que si no hubiera tenido la posibilidad de obtener dinero con la tarjeta de crédito en los salones de juego y hubiera salido para ir a un cajero, quizá hubiera encontrado unos minutos en los que recobrar la cordura e irse a casa.
Además, señala que obtener el dinero en el mismo establecimiento le hacía perder la noción de lo que llevaba gastado y el dinero que le quedaba en la cuenta porque jugar compulsivamente conduce a no parar hasta que se agota el límite de la tarjeta. Tras su rehabilitación señala que siente pena cuando ve a alguien jugando en un bar y le gustaría decirle a esa persona que busque ayuda.
La directora de Azajer, Miriam Gañán, cree que se ha dado un gran paso con la aprobación de una ley que no se modificaba desde el año 2000. Aplaude que se aumente a 500 metros la distancia mínima a un centro escolar donde puede instalarse un salón de juego y la eliminación de los datáfonos. Gañán considera una muy buena medida que se controle el acceso a las máquinas tragaperras en los bares, para impedir que las personas autoprohibidas sigan jugando cuando no pueden acceder a salones, casinos y bingos, aunque aún tiene dudas sobre cómo se va a realizar ese control; y aunque celebra la medida, defiende que no debería haber máquinas en los bares.