Zaragoza |
El nombre de Don Pelayo, seguro que les lleva a Asturias, a leyendas de victorias militares, a ser el primer rey de Asturias. Y, sobre todo, muy vinculado a la batalla de Covadonga por ser la cruzada ganada por los cristianos frente a los árabes allá por el año 722. Pero, como otros hechos que damos por ciertos, quizá no existió. De aquí parte el último ensayo del escritor y catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Zaragoza, José Luis Corral, que lleva por título parte “Covadonga. La batalla que nunca fue”.
Los mitos y leyendas las hemos asimilado como hechos reales y Corral asegura que en España se han utilizado, a lo largo de la historia, como arma política, para justificar el presente. Y el caso de Covadonga es paradigmático, empezando por la fecha y continuando por la propia historia. Y es que fue Alfonso III de Asturias, rey de León, cuando encargó a su sobrino Sebastián, que era obispo, una crónica que justificara el origen de Covadonda y convirtiera a Pelayo en un rey mesiánico.
El catedrático de Historia Medieval explica que la historia no tiene nada que hacer ante el mito y la leyenda, que un historiado ante un novelista está perdido porque el relato histórico tiene más fuerza en cuanto se le añaden elementos legendarios y místicos. Algo que no se puede demostrar. Por ese motivo, se ha utilizado para justificar el presente y se ha hecho siempre, desde la época de los Reyes Católicos con el Cid, con Francisco Franco o incluso, recientemente, cuando Santiago Abacal comenzó una campaña electoral en Covadonga diciendo que ahí comenzaba la reconquista española.
Este ensayo cuenta con una gran bibliografía y notas. José Luis Corral asegura que los historiadores de hoy en día tienen mucha más suerte que sus predecesores porque hace 40 años, apenas había fuentes arqueológicas ya que se veía que se trataba de restos medievales, no se les daba valor y se destruían. Y hasta hace pocos años tampoco se tenía en cuenta el estudio del ADN.
Esto ha cambiado y todas estas fuentes con las que se cuenta en la actualidad hace que se tengan herramientas para poder analizar este periodo histórico, aunque ha de ser responsabilidad de cada historiador saber interpretar todas esas pruebas con las que se cuenta. Pruebas irrefutables, que no mienten
Con todos estos nuevos datos, se ve la necesidad de ser más críticos, tener una base sólida de pruebas que es positivo para que, como indica Corral, los historiadores no aúnan preceptos como si fueran inamovibles. Hace hincapié en que el pasado no justifica el presente, pero sí que explica lo que está sucediendo.