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Albania es un país desconocido para muchas personas debido a que hasta el año 1992 estuvo bajo una dictadura que prohibía el turismo. Beatriz Pitarch nos lleva en #DestinosenunClick hasta este país en el que todavía hay que cambiar de moneda, a pesar de estar en Europa y en el que viajar es viajar al pasado por todos los años que estuvo cerrado.
Uno de los aspectos que destaca Beatriz es su larga costa de playas blancas y agua turquesa y una forma de recorrerla es a través de la carretera SH8. No es una zona de mucho turismo internacional, pero si de turismo nacional por lo que hay playas muy masificadas. Una recomendación es la playa de Gurevich. Solo se puede acceder por mar o a pie tras recorrer en torno a 30 minutos, pero merece la pena.
Además de las playas, Albania tiene también una amplia oferta cultural y monumental en sus ciudades como Berat, conocida como la ciudad de las mil ventanas, o la capital, Tirana. Una ciudad de contrastes, muy ecléctica y sembrada de búnkeres.
En su recorrido, Beatriz cuenta cómo entre 1944 y 1985, el dictador que gobernó Albania pensaba que iban a ser invadidos y sembró de búnkeres todo el país. Llegó a haber más de 173.000. Unos de ellos se han reconstruido, otros se han dejado como centros culturales, a otros se les ha dado diversos usos y otros han desaparecido. Dos de los más recomendables, según Beatriz, están en Tirana. Uno es un museo de la memoria y otro es muy fotografiable y se llama Bunkart 2.
Otro de los platos fuertes de Albania está en las montañas del norte, conocidas como “Montañas malditas” y es que hubo mucho derramamiento de sangre durante el imperio otomano y muchas venganzas entre clanes. Beatriz propone una ruta de unos 12 kilóemtros pero un desnivel de unos mil metros, lo que hace que la ruta dure realizarla unas siete horas entre Valbone y Fier.