Chanclas de piscina para caminar por la calle: una moda muy nociva para nuestra salud
Entre los principales perjuicios para nuestra salud se encuentran una mala alineación del pie, el mayor riesgo de lesiones como torceduras, tropiezos y ampollas o un mayor estrés de músculos y tendones de pies y piernas
Caminar por la calle en chanclas de piscina es cada vez más común entre determinados grupos de población, que las utilizan como un complemento más de su indumentaria u outfit. Sin embargo, especialistas de Vithas Málaga advierten de que el uso continuado de este tipo de calzado puede ser muy nocivo para nuestra salud postural. Como indica el Dr. Alejandro Castillo, podólogo del Centro Médico Vithas Rosaleda de Málaga, las chanclas y calzados similares sí son recomendables en ciertas situaciones. Son ideales, por ejemplo, para caminar en la arena de la playa o alrededor de una piscina, ya que son de fácil secado y evitan el contacto directo con superficies calientes. «De hecho, en lugares como gimnasios, balnearios o instalaciones deportivas, donde se comparten duchas o vestuarios, el uso de chanclas puede ayudar a prevenir infecciones por hongos y bacterias que pueden encontrarse en el suelo», explica.
Pero, según traslada el propio especialista, «es importante tener en cuenta que no se recomienda su uso prolongado o como calzado diario, especialmente si implican largos períodos de caminata o actividades que requieren un mayor soporte y amortiguación para los pies».
Por ello, el podólogo enumera los cinco principales perjuicios que el uso prolongado de chanclas de piscina tiene para nuestra salud.
5 razones para dejar en casa tus chanclas de piscina
1. Al carecer de un soporte adecuado para el arco del pie, este tipo de chanclas provocan una mala alineación del pie y causar problemas como fascitis plantar, dolor en el talón y la pérdida del arco plantar.
2. Amortiguación insuficiente. Las chanclas tipo “piscina” suelen tener una suela delgada que no proporciona suficiente amortiguación al caminar. Esto puede
aumentar el impacto en las articulaciones, especialmente en los tobillos, las rodillas y la columna vertebral, lo que puede llevar a dolor y lesiones a largo plazo.
3. La falta de protección y facilidad para desprenderse del pie aumenta el riesgo de lesiones como tropiezos, torceduras de tobillo o resbalones. Además, como no brindan una sujeción adecuada, el pie puede deslizarse dentro del calzado, causando ampollas y rozaduras.
4. Estrés en los tendones y músculos de la pierna. Al no tener una correa trasera para sujetar el pie, se debe realizar un esfuerzo adicional para mantener las chanclas en su lugar mientras se camina. «Esto puede ejercer una tensión adicional en los tendones y músculos de los pies, lo que podría llevar a problemas como tendinitis, calambres musculares y deformidades de los dedos» recuerda el especialista.
5. Afectación en la postura general del cuerpo. Cuando los pies no están correctamente alineados, pueden generar desequilibrios en la forma en que nos paramos y caminamos, lo que a su vez puede afectar la alineación de la columna vertebral y causar problemas en la espalda, el cuello y las caderas.
En resumen, el Dr. Alejandro Castillo insiste en que es importante tener en cuenta que estos efectos negativos «pueden variar de una persona a otra y dependen de factores individuales, como la estructura del pie y la forma de caminar. Sin embargo, en general, es recomendable utilizar calzado adecuado que brinde soporte y amortiguación adecuados, especialmente para actividades que requieran estar de pie o caminar durante largos períodos de tiempo».