¿Cuál es tu faro favorito de la costa de Almería?

Uno de los últimos faros habitados y el más alto de la península y el Mediterráneo. Testigo de una de las escenas míticas de Juego de Tronos, en sus entrañas guarda un museo que convierte los faros en memoria. Atalaya imponente sobre el Mediterráneo, se estira sobre la Cala de los Muertos para llenar de vida la costa. Cobijo habitual para la poesía y la música. Su farero lo ha convertido en un faro que ilumina con sus destellos mucho más allá del mar.

Imagen icónica de la provincia de Almería. Guardián de una de las esquinas de la península ibérica, eleva sus destellos sobre el Arrecife de las Sirenas. Musa de fotógrafos, pintores y amantes de la belleza. Un lecho de kayaks se pierde entre las grietas de las rocas que lo sustentan. Un viaje entre salinas de aguas rosáceas, laderas verdes y una mar turquesa desembocan en este faro que, para Almería, es mucho más que un faro.

Reflejo rojo y blanco en el horizonte de la capital. A un lado el horizonte, al otro, la Alcazaba, el Cable Inglés, los barquitos a vela, el Francés, las sombrillas multicolores de un 'Zapillo' sacado de la cámara de Pérez Siquier. Coqueto hasta el extremo, las celosías guardan sus laterales, resistiendo, como pueden, a los levantes y los ponientes. Elemento fundamental de la memoria sentimental de muchos almerienses.

El último faro construido en España se muestra al Mediterráneo como una construcción mediterránea, un homenaje a la arquitectura mojaquera. Su original planta imita a un lagarto girando su cabeza a levante para iluminar la mar y guiar a sus habitantes. Domina toda la costa del levante, desde Villaricos a la Playa de la Cueva del Lobo. El faro que caminaba hacia el sur, puesto que comenzó estando ubicado, precisamente en Villaricos, pasó por Garrucha y, por fin, ha llegado a Mojácar. Un espejo de arquitectura mediterránea en el que se mira el mar.

Está ubicado en la Torre de los Lobos, una atalaya vigía del siglo XVIII situada a 281 metros sobre el nivel del mar, lo que convierte esta linterna en la más alta la península y el Mediterráneo. El camino que lleva hasta este baluarte lo dota de una belleza difícil de describir en palabras. Mirador excepcional del Parque Natural de Cabo de Gata – Níjar.

Tortugas marinas, delfines y ballenas reciben al navegante cuando llega a la Isla de Alborán, uno de los paraísos que contiene la provincia de Almería y en el que el faro destaca como un elemento de belleza insondable. Inaugurado en 1876, sus torreros han sufrido todo tipo de privaciones debido a la mala comunicación con tierra. La reserva pone el telón de fondo a uno de los faros más bellos del país.

Su espigada torre domina el paraje Reserva Natural de Punta Entinas- Sabinar. Láminas de agua, flamencos, aves y los vestigios del antiguo faro, destruido por la marea, que pueden verse bajo el mar, frente a él. Las viviendas de los fareros nos recuerdan un pasado en el que los faros eran los hermanos de la costa. Una joya arquitectónica en uno de los tesoros naturales de la provincia.

Recibe al viajero antes de mostrarle una de las imágenes más bellas de la capital. Esa entrada con la Alcazaba descolgándose del horizonte a un lado, mientras el mar despliega su flota marinera al otro. Construido sobre un castillo del siglo XVIII, su panorámica abarca toda la bahía de Almería. Una bocanada de mar, para otra imagen icónica de la capital.

Cuando uno piensa en los colores de un faro, lo primero que se viene a la imaginación son esas franjas horizontales rojas y blancas que decoran el faro de Adra. Adra es, desde los orígenes del hombre, hermana del mar. La mar como punto de encuentro, de comercio, de intercambio. Por eso este faro no ilumina solo las aguas del presente, sus destellos dan luz a un Mediterráneo que fue potencia económica en el Imperio romano.

Como un faro enviado desde el futuro. Despliegue arquitectónico que, según el ángulo y el punto de vista, asemeja la cabeza de un delfín que iluminará el mar con los destellos de su hocico. Esta Palanca de Saltos baliza una zona de especial peligrosidad para navegantes que incluye el bajo llamado 'Culo Perro'.