El K4 español se cuelga la plata y convierte a Craviotto en leyenda deportiva. El cuarteto se coló en la final tras disputar en las horas centrales de la competición una semifinal en la que terminaron como cabezas de serie, toda una declaración de intenciones.
La jornada amenazaba lluvia y fue justo cuando comenzaba su semifinal, la última del día, cuando rompió a llover a mares, obligó a los periodistas y cámaras a buscar refugio o protegerse debajo de lonas de plástico en sus puestos, y embraveció las aguas, quizá preludio de la fiera regata que iba a disputarse horas después.
El tiempo amainó cuando los ocho contendientes de la final del K4 se colocaron en posición de salida. Los españoles salieron con buen arranque y encabezaron la carrera durante la mayor parte del tiempo. Pero desde el primer momento esta fue una reñida batalla entre dos viejos conocidos por coronar lo más alto del podio olímpico.
Los alemanes Max Rendschmidt, Ronald Rauhe, Tom Liebscher y Max Lemke, que ya se intuían como su mayor amenaza en la prueba, remaron muy cerca durante toda la regata y apretaron en los últimos metros en el carril contiguo para colar la proa de su kayak 226 milésimas de segundo por delante en la meta a la de los españoles.
El K4 español, que en la jornada previa se había metido en las semifinales con un récord olímpico de 1:21.658, firmó un tiempo en la final de 1:22.445; el alemán terminó con un crono de 1:22.219.
El bronce fue a parar a manos de los eslovacos Samuel Baláz, Adam Botek, Denis Mysák y Erik Vicek, con un tiempo de 1:23.534.