El Villarreal firmó un mal comienzo en la Europa League, segunda competición continental, tras perder con el Rapid Viena (2-1) en el primer partido de la fase de grupos, que se decidió en apenas tres minutos de 'caraja' castellonense al comienzo de la segunda mitad.
Los de Marcelino lo tenían todo tras el gol de Leo Baptistao, que llegó a un minuto del descanso, pero el paso por vestuarios sentó muy mal al cuadro amarillo, que encajó dos tantos en un abrir y cerrar de ojos. El Villarreal intentó reaccionar en el cuarto de hora final, pero no dio con la tecla.
El Villarreal empezó bien...
Después de una primera parte de poco fútbol, la mejor noticia para los castellonenses fueron sus acercamientos al área rival. La multitud de cambios en el once --hasta 10 jugadores en relación a la Liga-- no impidió al equipo de Marcelino García Toral disponer de varias ocasiones que inquietaron la meta austriaca.
La primera la firmó Baptistao, que no pudo hacer bueno el soberbio pase de Adrián, que le habilitó delante de Novota con un taconazo sensacional. Entre medias, el más habilidoso del Rapid -el delantero Prosenik- lo intentó sin suerte desde el corazón del área, minutos antes de que Denis Suárez avisara con otro lanzamiento para el 'Submarino'.
...pero se vino abajo
De esta forma, y cuando todos daban por bueno el 0-0 al descanso, apareció Rukavina por el costado derecho para regalar a Baptistao un centro delicioso que se paseó impasible delante de la defensa vienesa. El delantero brasileño metió la cabeza y batió a Novota, que intentó detener el esférico con un extraño movimiento de pies.
Sin embargo, mucho cambió el guión tras el descanso con dos acciones a balón parado que echaron por tierra el gol de los españoles. Primero fue con una falta que acabó en los pies de Prosenik ante la apatía de Barbosa y sólo 180 segundos después, el 2-1 llegó desde los 11 metros tras una acción de Bonera, que hizo la tijera al delantero rival.
El veterano Hofmann no falló desde los 11 metros y el Villarreal, que adelantó sus líneas, se lanzó a por todas con la intención de igualar la contienda ante los pupilos de Zoran Barisic. Pero no hubo manera. Ni Rukavina con otro centro envenenado, ni Bakambú en el último suspiro pudieron cambiar el rumbo del partido.