El 1-0 del Sevilla ante el Getafe ha quedado empañado por un nuevo episodio de racismo en el fútbol. Los afectados han sido esta vez el jugador argentino Marcos Acuña y el entrenador del Sevilla, Quique Sánchez Flores.
Alrededor del minuto 60 de partido, el árbitro Iglesias Villanueva tuvo que detener momentáneamente el encuentro al ser advertido de que una parte de la afición estaba llamando “mono, mono” al argentino. El colegiado activó el protocolo de LaLiga contra el racismo.
Tiempo después, el propio técnico del Sevilla denunció que a él le habían llamado despectivamente “gitano” y después respondió ante los insultos que había recibido con un mensaje que se ha vuelto viral:
“Primero decir que estoy absolutamente orgulloso de cada poro de mis venas que pueda respirar gitano, pero una cosa es ser gitano o parte gitano y otra cosa que es que sea un insulto racista. Me parece aberrante. Aquí parte del público se cree que puede venir a decir lo que quiera, cuándo y cómo quiera, y nosotros somos trabajadores que venimos aquí a trabajar en una paz, un estadio y un espacio en el que se nos tiene que respetar”, explicó.
Después del encuentro, varios protagonistas reflexionaron sobre lo que había ocurrido y se pronunciaron al respecto. Fue el caso de Sergio Ramos, que mandó un contundente mensaje al decir que desde hace tiempo se viene reclamando, dentro del fútbol, “respeto”, es decir, “que la gente no venga a un estadio a liberarse y a decir tonterías, a insultar a los jugadores. El línea escuchó un insulto a Acuña, se lo hizo saber al árbitro […]”.
“Hay que acabar con este tipo de gente, señalarlo, que la gente lo vea y que se le prohíba la entrada a los estadios para ir limpiando la imagen del fútbol, que debe ser un deporte maravilloso para unir y no separar”, concluyó.